Entre lo que entendí estaba el amor a lo simple. Entendí también lo poco que me importa la “farándula” y las poses hipócritas de la gente “fashion”. ¿Serían acaso los súper fashion e irresponsables los que nos chocaron? ¿Dónde está entonces lo chévere de todo eso? ¿Y la gente común que me abraza a darme un pésame, que se preocupa por mi vida a las 3 am, mi madre que vive para mí? ¿Logro explicar el contraste? ¡Cuánto cambió mi vida desde esa experiencia!
Cada lío se vuelve intrascendente, ¿Qué importa todo si finalmente estoy viva? No me importa nada de lo que ya se que se va. Dios me dió evidentemente otra oportunidad para seguir viviendo, y debo vivirla con fuerza. La vida es corta y se lo que siente estar cerca de la muerte. Prefiero vivir con sensatez por estar tranquila el rato que me vaya a morir. Sería tan feo sentirme inconclusa cuando tenga que dejar la tierra.
Para mí Dios me hizo ver en unos segundos lo que es de verdad importante, y a estar alegre por tenerlo todo de nuevo. Dios me entregó mi cuerpo entero, ¡Ni una sola fractura! Mientras que mi amiga en las mismas condiciones falleció. Le debo demasiado a la vida. Cargo no una vida, sino dos. Claudia decidió irse y quedo yo para hacer en obra lo que se debe.
Mi cuerpo entero lo tengo que usar. Mi inteligencia tiene que palparse en obras. Mi amor tiene que palparse en alegrías de quienes me rodean. Este golpe tan duro me hizo ver lo mejor de la vida, me enseño a creer más en Dios y a amar a mi familia hoy.
